Corría el año 1930 en la ciudad de Jijona cuando Sebastián Llinares Seva, en compañía de sus hijos Sebastián y José, decide trasladarse a la ciudad de Córdoba.

Todas las mañanas, después de elaborar los helados y refrescos, los cargan en carros y se dedican a recorrer las calles de esta bonita ciudad vendiendo sus productos. Así, verano tras verano, hasta que en 1936 estalla la Guerra Civil y deciden volver a Jijona con su familia.